La pollera de Ana sube, la bombacha es rosa. Como a él le gusta. La mano de Fran se desliza, tímidamente, por debajo de la remera de Ana. La habitación da a la calle, los invitados están en el fondo. Ana responde con la lengua, que se hace más rápida y choca contra la lengua de su novio. Ana le acaricia la nuca, la otra mano le recorre la cola hasta cambiar de ruta y llegar a la bragueta del jean. Él pasó al corpiño –también rosa- y lucha con ambas manos para desabrocharlo.
- No se abre. -Dice Fran.
- ¡No se abre! -Grita Fran.
- A ver, dejame a mí.
Entonces Ana intenta, y en menos de un segundo, sus pechos se
liberan del alambre. Fran sonríe. Con el pulgar y el índice aprieta un pezón,
lo mira, vuelve a sonreír y con la punta de la lengua, lo moja haciéndolo más
duro. Ana cierra los ojos. Él.
- Te amo.
- Yo también te amo.
Los botones del jean de Fran se abren, el boxer verde manzana
aparece. La pollera rosa sigue subiendo, ahora es invadida por una mano que
juguetea por la entrepierna. Los dedos de él forcejean con el pedazo de encaje
rosa. Los dedos de él se hunden en ella. La boca de Ana se abre, escupe aire,
cada vez más rápido, cada vez más fuerte.