It´s alive

It´s alive. Estoy delirando, pero si digo esto es porque no estoy delirado. Estoy en vigilia. Estoy en una novedad que se está atragantando en mi garganta. Lo amargo. Lo veloz. Si la serpiente habló, por qué no habría de hablarme ella. Hondos ojos negros, que en pequeño tamaño, los percibo con magnetismo, como esas personas que al saludar cierran la visión y luego impactan con bestialidad. Una nariz refinada. Una boca con estilo a delgadez. Es completamente negra. Completamente fina. Completamente hueca. Es mi pajita de los viernes. Se sabe frágil. Pero con la ferocidad de un zoológico abriendo sus puertas. La cocaína no conjuga delirios mágicos, respetables para sangre y hueso atiborrados de alita de mosca, como se le dice. Con voz guerrillera me alerta sobre la oscuridad del cajón de la cocina y que el plato y la tarjeta no hablan. Le pregunto cómo se siente ser pajita y partidaria. Responde que le gustan mis dedos. Mi entonación. Mis fosas nasales. Siente ternura por el ritmo de mis manos. Es un canal que comunica el placer que ella misma ha de sentir. Pienso que ha de oírme teclear, que puedo leerle lo que escribo. Preparada para la demanda que mi cuerpo impone. Para sentir o fugarme. Para sentir o ahuyentar el dolor. Eso le pregunto. Mi pajita no se atreve a responder.