Oceánica

Era todas. Era ella. Se volvió intermitente. Se esparce en mi memoria. Cada detalle de su piel, de su cuerpo. El sol desparramándose sobre su pelo húmedo, negro. Los ojos marrones, grandes e inquietos.

Todo en ella ha sido una exploración. Yo con mis palabras, ella con su silencio, la mirada interrogante o satisfecha. Yo la tuve, yo fui ella, aún con el abismo de su cuerpo inaccesible y mis piernas enrojecidas por la rabia. El tiempo es un bufón. Todo parece repetirse, una y otra vez. Rojo, verde, azul y violeta.

Corrí rápido en la arena. Entre las rocas y las olas, estaba ella. Una mujer pequeña. También un pez gigantesco. Debajo de su ombligo comenzaba la magnífica cola, escamas coloridas brillando en el viento. Era cierto. Existen estos seres. No sé cada cuánto se muestran, ni a quiénes. Sólo sé que del mar vino. Muda o con el lenguaje de los peces. Asustada al principio. Le hablé con voz baja. Me acerqué lentamente. La besé con suavidad. Acaricié su humanidad hasta entregarme a su naturaleza, de sal y de misterio.


Fue breve, fue rápido. Vi sus colores hundiéndose en el agua, para nunca volver. Quizás le llevó segundos olvidarme. Quizá nunca lo hizo. Quizá en su mundo el tiempo es otro. Todo es una suposición, una pregunta, un deseo.



dibujo que encontré  en la web