El Nono dice rain

Una vez que le hablo en el chat. Lo menciono y el mensaje es visto por los treinta jugadores. Los dados del casino virtual están vaciando billeteras y diversiones. En mí puedo sentir aburrimiento. Un aburrirse que me convierte en un robot, haciendo clic constantemente. Pero llevo mi estrategia. Sé cuándo subir o bajar la apuesta. Cuento los dados. Hablo lo necesario en el chat para recibir una lluvia de fichas o monedas virtuales. Se le llama rain. A veces son grandes o son una miseria. Como las posibilidades que tengo de ganar con mi crédito. Pero le hablo. Sólo una vez. Y su rain es gigantesco. Tanto que puedo sacar y convertir en dinero la generosidad de quien se hace llamar El Nono. No lo había visto antes. En su perfil, el avatar es Mahatma Gandhi pinchando una bandeja. Es decir, es un Dj. Con zoom puedo darme cuenta de una inscripción, arriba dice: quiero ver esa puta paz en el aire. Me cuesta imaginar cómo será El Nono. Su edad, nacionalidad, su cara. El ser humano detrás de la pantalla. El tono de su voz, la velocidad de sus manos. El hogar que construye, la tradición y transmisión que carga. El estado psíquico en el que se encuentra. O la locura que configura una bondad inesperada. Me doy cuenta que es para mí y para todos. El chat anuncia cada vez que un jugador regala a otro fichas o bitcoins o litcoins o las diferentes monedas que el juego permite. Todos le hablamos. Todos recibimos. El Nono no para de brindarnos la oportunidad de seguir jugando a los dados, los tragamonedas, la ruleta. Y cada vez que le escribimos su bondad es firme y decidida. El Nono dice rain. Rain. Rain. Rain. Canto con Fatboy Slim. Ahora dice: “Fat Boy Slim está cogiendo en el cielo”. Yo me siento coger con los dados. No estoy ganando. Pero El Nono ayuda constantemente. Hasta que la pantalla se vuelve amarilla. Nada más que amarillo. Pienso si será mi pc. O el destino que reclama dejar las apuestas, las charlas de nada, el inglés forzado. Entonces el chat se abre y el mismo reclamo compartido. Solamente el chat. Estamos en amarillo. El Nono desapareció. La pantalla empieza a quebrarse. Siento a mi costado el sonido de cachetadas. Un anciano de toga negra. Aspecto de la bruja que ofreció la manzana a Blancanieves. Un holograma asentado a mi izquierda, tal vez tres metros de alto. Riéndose como un nene. Sacando la lengua. Abriendo las palmas y mostrando monedas. Que tira sobre mí. Golpean. No puedo moverme. El Nono dice rain. Rain. Rain.