Nunca volví a verla

Como si Mercado Libre fuese el amigo de fidelidad cercada por cantos de sirena. Como si cada tienda definiera el libreto venerable. Invaden. Las veo. Distintos enunciados de colores. La misma tela. Son ellas. Como cientos de soldados arremetiendo contra cualquier singularidad. Cualquier intento de cisne negro. No hay mucho para contar. Dos aperturas, que promueven un solo bolsillo. Invaden las mochilas Jansport, taconeando por las calles. Sonrisa gorda. Un solo bolsillo. Tan inútil como un hombre pastoreado por su propio rebaño. Una vez me encontró una de ellas, cara a cara, más costosa, redes en los costados, tres aperturas, dos bolsillos. Nunca volví a verla. No les tengo bronca a las Jansport. Les tengo miedo. Esa emoción que duerme y despierta en costillas a punto de cornisa. A veces pienso que el mundo les pertenece a ellas. Que sus etiquetas intentarán mi frente. Mi boca. Que sus filas caminarán hacia mí. Y cada bolsillo me dirá quién debo ser.